The Sandman de Neil Gaiman
¿Cuál es el límite de los sueños?
De intentar resumir en una sola palabra cuál es el tema que impregnan las páginas de The Sandman, la serie de cómics de Neil Gaiman, podríamos decir que se trata del cambio. Todos los tomos del cómic giran alrededor de la naturaleza de los cambios, incluso cuando el objeto de estudio es un ser tan viejo como el tiempo.
A treinta años de la creación de The Sandman, los cambios dentro de la industria del entretenimiento continúan marcando y enfatizando su importante legado. El sello editorial Vertigo, que décadas atrás fue la casa que impulsó a Neil Gaiman para crear su Magnus Opus, cerró sus puertas y fue renombrado de forma definitiva como “Black Label”, parte de una nueva estrategia de marketing de DC Cómics.
Un cambio abrupto y amargo para lectores nostálgicos, pues implica la desaparición de uno de los sellos editoriales más emblemáticos de la industria y el que le abrió sus puertas a un autor tan prolífico como Neil Gaiman en sus inicios. Por otro lado, Netflix se encuentra en planes de hacer la adaptación del afamado comic, contando con la supervisión del autor original en la producción ejecutiva.
Todo a nuestro alrededor cambia, lo que alguna vez fue familiar también puede terminar transformándose en algo nuevo. Pero quizás algunos se sigan preguntando: ¿cuáles son las claves para entender el legado de The Sandman y porqué siga siendo considerado como “uno de los mejores cómics de todos los tiempos”?
Veámoslo a lo largo de su historia:
La invasión británica en los cómics
A finales de los ochenta, la industria de los cómics pasaba por cambios abruptos; aun cuando seguían lidiando con las secuelas de la autocensura implementada por el Comics Code Autorithy muchas décadas atrás, ya se empezaban a apreciar historias que cuestionaban los límites de lo establecido e intentaban alcanzar el máximo el potencial del formato. Bajo esta forma de pensar reside el éxito de autores como Alan Moore con “Watchmen” y Frank Miller con “The Dark Knight Returns”.
Ambos autores comenzaron sus carreras redefiniendo conceptos y personajes clásicos de la editorial de DC Cómics; en el caso de Moore, hizo su debut en los cómics norteamericanos replanteando por completo el origen del personaje creado por Lein Wein, Swamp Thing. Mientras Wein se inspiró en la estética clásica de las películas de serie B para la concepción de su criatura, Moore le dio un cuestionamiento existencialista al argumento central, pero sin que perdiera su tradicional atmósfera de cómic de terror.
Detrás de estas decisiones se encontraba la joven editora Karen Berger, que comenzó su carrera siendo la asistente en cómics antológicos como “House of Mistery” y a pesar de no ser una “fan” del tema de los superhéroes, vio una oportunidad en el medio para realizar algo sin precedentes. Con la adquisición de Moore en la nómina, empezó una búsqueda de talentos británicos que luego se convertirían en algunos de los autores más influyentes del cómic contemporáneo: Grant Morrison, Jamie Delano y por supuesto, Neil Gaiman.
El mayor legado de Berger se resumiría en la creación del sello Vertigo en 1993, enfocándose en atraer lectores maduros y englobar en una sola línea editorial a todas las creaciones de sus escritores estrellas provenientes del Reino Unido (Swamp Thing, Doom Patrol, Hellblazer y The Sandman) con el objetivo de darles un espacio a estos autores sin que tuvieran que preocuparse de las restricciones de la censura y, además, la oportunidad única de conservar completo control creativo de sus historias.
¿Cómo inició The Sandman?
Mientras Alan Moore y Grant Morrison reinventaban personajes preexistentes y olvidados como Swamp Thing o Animal Man, una propuesta similar se le hizo a Neil Gaiman después de haber debutado con la miniserie “Black Orchid”.
Tras la revisión de una larga lista de personajes que el mismo Neil señaló tener interés en revisitar, al final solo le concedieron permiso de usar el nombre del oscuro superhéroe llamado “Sandman”, creado por Gardner Fox y Bert Chistman en los años cuarenta. Pero Karen Berger puso una condición: plantear una sinopsis completamente original.
Así fue como inició uno de los cómics más emblemáticos de la década de los noventa, fue justo gracias a su originalidad y al aspecto onírico de su premisa lo que hizo a The Sandman distanciarse por completo del resto de historias de superhéroes de la editorial. Había tanto peso en las palabras, que se convirtió en una de las primeras novelas gráficas en recibir el mismo tratamiento de un bestseller literario.
Fue la catapulta perfecta para una nueva demografía de lectores, aunque en el primer arco argumental de la serie todavía se hacen referencias a miembros de la Liga de la Justicia y otros elementos clásicos de la continuidad de DC Cómics, Gaiman muy rápido comenzó a distanciarse de estos conceptos, estableciendo una identidad y mitología propia que atraería a personas que quizás jamás se hubieran imaginado leyendo un cómic.
¿Qué hacía tan atractiva su premisa?
Establecer “de qué trata” el cómic puede ser una tarea compleja, muchas veces parecía una antología de relatos autoconclusivos o arcos argumentales que tenían en común un mismo personaje o hilo conductor: Sueño (también conocido como Morfeo, el príncipe de las historias e incluso en el antiguo folclore, el arenero), que es la representación antropomórfica de los sueños y sus aventuras engloban todo aquello que se encuentra dentro o cerca de los límites de su reino.
Él es el único personaje que podemos identificar como protagónico y se trata de una entidad cósmica que comparte sus obligaciones con otros seres que también son la representación de un concepto del que depende y define a la propia especie humana, sus hermanos son la Muerte, Destino, Destrucción, Deseo, Desespero y Delirio, todos conforman entidades inamovibles en la humanidad llamadas Los Eternos.
Sueño comúnmente es frío, indiferente y en ocasiones cruel con los mortales, pero su existencia esta intrínsecamente entrelazada a ellos. La mayoría de sus arcos se resumen en los encuentros que tiene a lo largo de su inmortalidad con estos seres que en un principio pareciera ver por debajo de él, que a veces puede ser para bien o mal.
Al principio se establece la atmósfera y elementos de un clásico relato gótico europeo. La primera historia gira alrededor de un viejo hechicero que logra mantener a Morfeo como su prisionero (casi por error, pues su plan original era el de invocar y esclavizar a su hermana, la Muerte) y lo mantiene cautivo durante más de la mitad de un siglo, sin saber que aquella insolencia podría resultar peor que la muerte a la que intentaba evadir.
Luego de esto el autor comienza a enfocarse más en la naturaleza fantástica de Morfeo, creando conexiones con otras mitologías (siendo Lucifer, los reyes de las hadas Oberón y Titania, el panteón de dioses nórdicos, griegos y egipcios son varios personajes claves o recurrentes) e incluso se juega con celebridades históricas como Marco Polo, Cesar Augusto y William Shakespeare, reinterpretando a través de la ficción acciones o aspectos de su vida que los convirtieron en figuras tan emblemáticas.
Es un universo de fantasía donde la historia de la humanidad está interconectada a través del reino de los sueños. Como cualquier otro Dios o entidad sobrenatural, podemos observar a Morfeo haciendo tratos con mortales casi del tipo fáustico e incluso teniendo distintas manifestaciones en otras culturas (usando diferentes nombres y/o apariencias en África o en el Medio Oriente), en su pasado pareciera muchas veces estar motivado por el capricho, pero después de liberarse de su largo aprisionamiento vemos el inicio de un nuevo arco de autodescubrimiento para él.
¿Qué esperar de una adaptación?
Es difícil predecir cuál será el enfoque que tomarán con una serie que busca replantear un material considerado “inadaptable”. Pero al ser tan vasta las posibilidades que tiene un personaje protagónico como Morfeo, quizás ni siquiera se necesite adaptar directamente las historias ya conocidas en papel.
Neil Gaiman confirmó recientemente en su twitter que la serie mantendrá una esencia episódica, posiblemente sea lo mejor al ser el cómic una recolección prácticamente antológica de diferentes tipos de historias. Pero nuevamente, el foco central siempre se basará en la naturaleza del cambio y como este también es capaz de llevarse a cabo en un ser inmortal y casi todopoderoso.
Las mejores partes del cómic casi siempre exploraban estos breves intercambios que tenía el rey de los sueños con el mundo de lo mundano y como sus experiencias en el terminaban moldeando su percepción de las cosas e incluso, abriéndole las puertas para descubrir más de sí mismo.
Puede que el protagonista sea un Eterno con todo el conocimiento del universo a su disposición, pero al mismo tiempo era capaz de cometer errores, realizar berrinches y llegar a tener crisis existenciales. También comienza un arduo proceso de redención, pasando de ser indiferente a compasivo. Esto es lo que hace que sea un cómic tan único y atemporal, mereciendo ser releído y redescubierto por futuras generaciones, ya sea en su formato original o en una futura serie. Solo esperemos que este a la altura del material original.
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© Luis Daniel De León